La Comisión para el Esclarecimiento de la Verdad, la Convivencia y la No repetición presentó su informe sobre niños, niñas y adolescentes en el conflicto.

Bogotá junio de 2022. La Comisión de la Verdad, la Convivencia y la No repetición presentó su informe, destacando en su capítulo sobre niños, niñas y adolescentes el impacto que ha tenido la guerra y la violencia contra la población menor de dieciocho años.  Como lo describe su mismo nombre, el documento relata los lamentables hechos vividos por niños, niñas y adolescentes durante el conflicto armado. Acá mismo reposan las historias y testimonios de jóvenes que desde su niñez fueron acumulando pérdidas familiares, culturales, de saberes y de capacidades, entre otras.

Las conclusiones de dicho capítulo se basaron en los ejercicios de escucha que realizó la Comisión, en donde se logra reflejar las ausencias, orfandades, y las afectaciones que han sufrido los menores no sólo a nivel personal, sino también contra sus escuelas y los entornos donde intentan crecer y llevar una vida digna. Estos testimoniales ejemplifican la precariedad y las dificultades para el acceso a los derechos en que crecen las niñas, niños y adolescentes colombianos, así como la deficiencia de las medidas para restablecer sus derechos y para prevenir situaciones que amenazan su integridad.

El informe arroja a su vez un preocupante número de desplazamientos forzados, siendo esta la causa de violencia más repetida y masiva seguida por la vinculación de niñas, niños y adolescentes a los grupos armados como fenómeno intencional y sistemático del conflicto colombiano. Así mismo, el documento trata la persistencia y resistencia de estas víctimas,  a pesar de estar marcadas por experiencias tan dolorosas, encontraron formas de luchar por sus derechos y resignificar sus historias.

Un factor común entre las experiencias de las personas que vivieron la violencia en la niñez o adolescencia es la vulnerabilidad en la que crecieron y las dificultades para el goce efectivo y pleno de sus derechos, los cuales no fueron garantizados de manera suficiente por el Estado, la sociedad y las familias. Por eso, narrar lo que les ocurrió a los menores durante la guerra implica recorrer una cadena de hechos violentos que, por lo general, se originó en un contexto de vida precario, en lugares en los que no hay acceso a la salud, a la educación o a los servicios básicos para vivir y donde se instala la ley del más fuerte.

Un hecho recurrente que también destaca el informe es que la precariedad contínua de las agresiones militares ha hecho que los menores hereden forzosamente una violencia con la que tienen que aprender a vivir. En algunos casos existían políticas y normas para responder a los impactos de estos actos, no obstante, se puede observar que estas leyes o mecanismos de respuesta no llegaron a beneficiar a las víctimas o en otros casos fueron insuficientes.

Como lo detalla el documento “Las historias que se entretejen aquí son contadas por personas que desde su niñez fueron acumulando pérdidas: padres y madres que desaparecieron, familias que se rompieron, territorios que debieron abandonar, una cultura que sus ancestros no pudieron transmitirles, unas ambiciones y una capacidad de trabajo desperdiciadas; todo esto con costos incalculables para ellas y ellos, y para la sociedad. Esta realidad dolorosa fue escuchada en los 2.744 testimonios de personas que relataron algún tipo de violencia contra niñas, niños y adolescentes en el conflicto armado y que dieron cuenta de 4.014 víctimas que no superaban los dieciocho años.”

no es un mal menor